Julian Lethbridge

Editado por Contemporary Fine Arts Berlin, Bruno Brunnet y Nicole Hackert
Texto (ing.) de Robert Storr, Entrevista (ing.) de Camila McHugh
64 p. con 44 ilustraciones en color
Formato 28 x 20,5 cm, tapa dura
978-3-86442-231-7

ISBN 978-3-86442-231-7

29,80 

OKAY = ¡América!

La abstracción gestual como todo es la quintaesencia de la pintura estadounidense. Decir esto podría causar inquietud o incluso alarma en el actual periodo, posiblemente el más chovinista de la historia de nuestra nación desde hace muchas décadas, si no fuera porque el artista del que voy a hablar nació en Ceilán y creció en Gran Bretaña. Esto significa que es neoyorquino desde 1972, lo que convierte su historia, la de Julian Lethbridge, en una historia de inmigración típicamente estadounidense, y eso significa: exitosa. Aparte de la población estadounidense nativa, "todos" vinimos de alguna parte por diferentes razones y en diferentes momentos, entretejiéndonos milagrosamente, variando y jaspeando la cultura de este país. En general, la rúbrica de "pintura de tipo totalmente americano" abarca un amplio espectro del arte posterior a 1950 -sin duda es un arco más amplio de lo que pretendía Clement Greenberg, el creador del término- que va desde Jackson Pollock, Philip Guston y Willem de Kooning hasta Jasper Johns y Cy Twombly. El denominador común se esconde en el principio de funcionamiento según el cual la amalgama de signos, que evoca una apariencia más o menos representativa o poética -a veces, como en la obra de Johns, resulta totalmente prosaica-, se erige por sí misma en imagen. (...)
La densidad visual y táctil del mayor de estos cuadros (más recientes) no se parece en nada a lo que hemos visto en las obras anteriores de Lethbridge. Tal vez marquen un punto de inflexión en su obra, que hasta ahora ha estado sujeta a cambios continuos, paso a paso. Por el momento, sin embargo, me conformo con tomar las imágenes actuales de Lethbridge como lo que son, en lugar de interpretarlas como presagios de lo que está por venir. Expresivos de una sensibilidad instintivamente contenida que es tan reflexiva como disciplinada, pero -de una manera totalmente sin disculpas- hedonista, sus lienzos abruman y seducen con una sofisticación que es a la vez hipnotizante y fácilmente accesible para aquellos con la combinación necesaria de paciencia y deseo. En conjunto, y a largo plazo, estos cuadros son máquinas en constante movimiento, cuyo dinamismo zumbante indica que la pintura de tipo all-over-american no es ni mucho menos un paréntesis acabado en la historia del arte moderno, es decir, una obra en curso. (Extracto del texto de Robert Storr)

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