Klaus-Martin Treder: YES–WHAT

Fotos - Objetos - Carteles

Klaus-Martin Treder (*1961) llama a una serie de sus pinturas acrílicas "Pérdida de orientación y estética". Sin embargo, su obra se estructura en tres formatos claramente diferenciables, de modo que la pérdida de orientación puede entenderse más como el motivo de las obras y menos como la base operativa de su creación. En primer lugar, están las pinturas y obras sobre papel resumidas como "cuadros" en series y grupos de obras, después los "objetos" y, por último, los "carteles". Su obra está llena de referencias técnicas y discursivas autorreferenciales y externas. Combinando libremente los distintos pasos de producción, el artista utiliza el montaje para reunir pieles de color, esbeltas cascadas de gotas o incluso torpes guirnaldas con fondos de color goteados y vertidos. Los elementos del cuadro sobresalen precariamente de la superficie, sobresalen o cuelgan libremente más allá del perímetro, para empezar a moverse suavemente con una corriente de aire o amenazar con caerse incluso cuando se manipulan con delicadeza. Esto pone de relieve el carácter objetual que inevitablemente tienen los cuadros pintados y, al mismo tiempo, plantea la cuestión del espacio en el que un cuadro se presenta y puede entenderse como cuadro. La cuestión del efecto y el significado de los cuadros también se intensifica por los elementos aplicados a la superficie del cuadro: un colorido arsenal de cosas familiares de la vida cotidiana: Caramelos y golosinas, pintalabios y champú, granos de café y corbatas, spray para el asma y tubos de pintura, incluso vello corporal y de la cabeza. También llama la atención el desenfrenado colorido, que no es ni expresivo ni formalista. En la materialización conceptual de la pintura del tubo -¡"ready made", por así decirlo! - la pintura se redefine aquí como institución del arte en su estatuto ontológico. En cuanto al diseño, el libro sigue el concepto del artista de colocar una sección de cuatro páginas, de diferente color, pero sin imprimir, alrededor de cada dos hojas impresas, creando así una especie de "pausa" contemplativa. De este modo, este volumen transmite el verdadero placer del arte del libro, es decir, tener algo en las manos para hojearlo, moverlo y detenerse un momento.